martes, 30 de marzo de 2021

Camino a la hoguera

 Martes 30 de marzo de 2021

Opinión LA PRENSA

 Franklin Bordas Lowery


Camino a la hoguera


Las campañitas personales administradas por trolls que con paga santifican candidaturas y defenestran competidores, ya no llegan. Las encuestas bajo contrato, tampoco, ya que en nuestro paisito todo el mundo se conoce. “Nicaragua nos necesita”, “nos sacrificaremos por el país”, son cantinelas de algunos precandidatos, como si el pueblo estuviera solicitando mártires. Las palabras que lanzan al viento en vez de camuflar sus realidades solo las ponen al descubierto. Lo que dicen o lo que no dicen, han puesto a prueba la sabiduría popular entrenada para entresacar del discurso, la autenticidad.

Vivimos en medio de una crisis política que no termina nunca. Cuando el “sol de libertad” parece asomar, se cuelan más rápido las sombras, la negrura. El laberinto de Pylos parece aguardar a todo aquel que toma la decisión de adentrarse en el mundo de la política, del que solo permanecen airosos los “coyotes” que conocen las rutas igual que Teseo, y entran y salen y dejan perdidos a los demás. Coincido con Bertolt Brecht que “la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.

Los ancianos y maestros de la política local no abandonan el laberinto e invitan a perderse a todos aquellos “platonianos” que buscan el ideal de la república. En esa búsqueda muchos sucumben ante la magia de la conveniencia, el interés, la rentabilidad y el ego. La resistencia de hombres y mujeres pletóricos de dignidad ve tensada al máximo su integridad en mesas de negociaciones abiertas o privadas, en las que terminan desgastados por inteligentes argumentos que tratan de resolver la antinomia entre la política y la moral.

Partidos sin gente dejan de hibernar apenas se acercan tiempos eleccionarios y comienzan a negociar ofertando vacantes de candidaturas para todos los cargos del gobierno, y jóvenes inexpertos caen como moscas en ese sabroso o apetecible menú del que ni huesos terminan agarrando. Esto es antipolítica. Lejos queda el interés por la gente, que es sustituida por el “ábrete sesame” del Estado botín, bajo cuya sombra viven muchos espectros del pasado. Las preguntas populares se escuchan casi a voz en cuello: ¿Quiénes son los patriotas? ¿Los que buscan la unidad para ser el martillo de Thor frente al enemigo común o los ambivalentes, que dicen hoy sí y mañana tal vez?

La desconfianza es el pan de cada día. Cinco precandidatos a la presidencia del ejecutivo por parte de la oposición ya han iniciado su calistenia política: Dos consultores fogueados desde el 2018, dos periodistas y un académico —este último— caído del cielo o… del infierno. Como en la política dos más dos es cinco, el futuro lleno de incertidumbre colma el ambiente. Por más que se etiqueten algunos partidos como los salvadores de la patria y más ruido estén metiendo acerca de su genuina oposición, sería un buen paso que confesaran: ¿Qué hacían en las elecciones de la Costa Caribe en el 2019, cuando el pueblo lloraba su indefensión y sus heridas?

Dentro del laberinto y sus pistas de aterrizaje “lite” permanecen encerrados “los negacionistas” con su cuestionado blindaje de oposición. Aquellos que esperan la tierra prometida en la futura conformación del parlamento, tránsfugas y advenedizos para los que la sola palabra “unidad” es como agua bendita en los demonios. ¡Ay, orfebres de la mentira! Hoy, ni los genios tácticos tienen garantías de nada, van camino a la hoguera si no hay metanoia. La buena noticia es, que el votante no está perdido, está bién despierto e informado observando a cada jugador político que cree tener un as en la manga.

El autor es escritor.

fbescritor@gmail.com

lunes, 21 de septiembre de 2020

Articulo de opinión: Adiós, presidente

 


Adiós, presidente

¡Adiós Presidente! “Gracias por su servicio”, parecía gimotear la muchedumbre norteamericana que quizás solo vieron al presidente Barak Obama por televisión alguna vez, pero derramaban lágrimas como si un ser querido abandonara este mundo en un mar de dolor. En enero del 2017 el presidente saliente abandonaba el Salón Oval con un 60% de aprobación de su gestión. En su emotiva despedida fueron estas sus palabras: “Estadounidenses, ha sido el honor de mi vida servirles. Dios siga bendiciendo a Estados Unidos. Sí, podemos. Sí, lo hicimos”. Ese mensaje tocó profundo el alma del pueblo norteamericano que parecía no aceptar la  despedida luego de ocho años en la Casa Blanca. 

¿Qué es lo que crea ese clima de tranquilidad y alegría en los traspasos presidenciales? Benedicte Bull, líder de la Red Noruega de Estudios Latinoamericanos (Norlamet), a propósito de que su país fuera nominado en más de dos ocasiones como “el  más democrático del mundo” dijo, que un estado fuerte con baja corrupción y favoritismo, es lo que genera confianza. En Nicaragua casi participamos del jolgorio que acompaña las campañas presidenciales de Costa Rica, que aunque no es el país más sano de Latinoamérica, los presidentes dejan el gobierno sin revanchismo ni “gobiernos desde abajo”.

Extrañamente, hoy el poder enferma más que nunca. Los presidentes dejan de  percibirse como empleados públicos, mucho antes incluso, del traspaso de la banda presidencial. Esa banda azul y blanco quisieran transformarla en corona, se sienten monarcas cuyo destino es gobernar “ad aeternum”. Gran parte de la  historia latinoamericana está salpicada de dolor y sangre que ha girado alrededor de “sillones malditos”, cuyos ocupantes temporales se resisten a dejar. ¿Cuándo vamos los nicas a sentir nostalgia por un presidente saliente, cuya huella logre tocar el corazón del pueblo con el progreso y además dedicación para sostener un clima de paz y armonía social?

 Por el contrario en nuestro país las campañas políticas electorales tienen visos de suspenso, pandillerismo y reyertas de barrio marcadas por un malestar generalizado. ¿Cómo va a ser diferente si se siguen las mismas rutas, el formato o el guión de siempre? Concejales, diputados y magistrados no cesan en su calistenia del “juego de tronos”, la meta es no caer, aunque para ello tengan que negociar de la más oscura manera con el diablo mismo. Estos fósiles, que no cesan de aparecer en los medios, son el inicio de la decepción, la amargura y la desconfianza del ciudadano que aspira a contar con servidores públicos íntegros, conscientes de la misión con la que deberían estar comprometidos.


Estamos escuchando voces que invitan a olvidar el caudillismo, el fanatismo y esa locura, de que el que sube al poder se ha sacado la lotería. Si bien es cierto que aunque el tiempo y la cultura política no da para abrazos entre contendientes políticos y sus mecenas, no estamos a años luz de distancia de que un día, no muy lejano, un presidente nuestro sea vitoreado multitudinariamente por logros políticos, económicos y sociales alcanzados en su periodo de gestión, en el que la transparencia y la honestidad como bandera lo lleven a los lugares de los “grandes” de la historia nacional.

 

De seguro un día podremos decir “adiós presidente”, en libertad, en paz, sin amarguras y sin rencores; época en las que se habrá enterrado la ingrata historia de un pueblo levantado en lucha desde siglos y sin descanso por la congruencia de la ley y la justicia. Confiamos en Dios, que en el futuro, gobernantes y gobernados podremos celebrar despedidas y bienvenidas presidenciales con fiestas que serán una verdadera sorpresa para Latinoamérica después de tan largos sufrimientos.                                     Agosto 2020

 

 

 

jueves, 22 de febrero de 2018

De los nuevos millonarios

Eso de ser rico nuevo no les gusta a muchos, y hay quienes pagan para investigar los antecedentes de nuevos aspirantes “al club de millonarios”
07/02/2018


¿Te dice algo el “Rancho Neverland” en Santa Bárbara, California, que perteneció al difunto Michael Jackson? Pues ese “País de Nunca Jamás”, del que habla en su fantástica novela J. M. Barrie, donde la vida es diversión y aventuras sin reglas, es el sueño de todo novel millonario. Aquel que de pronto es sacudido por la “suerte súbita” y extraña de pertenecer al círculo de los nuevos millonarios sin antecedentes, busca también obsesivamente “Neverland”.
Construir su “isla de fantasía” es el principal proyecto de un nuevo rico. Un lugar cuya excelsa arquitectura atemorice, sorprenda. Ver el rostro y los ojos de sus invitados salirse de las órbitas frente al boato y la ostentación de su anfitrión y sus instalaciones. Un nuevo millonario sabe agradar, sabe ser un convidante cinco estrellas. Para ellos, de pronto como que la gente cobra más valor, no para regalarles sus bienes sino para recibir admiración, pleitesía. Porque ¿de qué sirve tener plata, si las amistades y conocidos no lo ven, no lo saben, no lo comentan? La gente alrededor de ellos es como una deliciosa vianda para el ego.
Mientras los nacidos millonarios no encuentran diferencia entre tener o no tener porque nunca les ha hecho falta nada, los nuevos ricos que han escalado y experimentado la grava hiriente y dolorosa en sus rodillas, producto de ese extraordinario ascenso y veloz encumbramiento, necesitan probarlo todo, gozarlo todo, trastocarlo todo, romper las reglas y pagar cash por sus desatinos, por si acaso, por si los dioses de la fortuna y el destino mismo, deciden abandonarlos de forma abrupta.
La locura de los nuevos millonarios es querer participar “socialmente” como grandes amigos con los “ricos clásicos” de un país como si ellos siempre lo hubieran sido. Quisieran que sus apellidos tuvieran el peso de ellos y para lograrlo hay que invertir e impresionar con un Bugatti, Ferrari, Lamborghini o un BMW “Concept Z4”, porque dinero produce dinero. Aunque hoy día ya es riesgoso construir mansiones de mil metros cuadrados sin estar en Hollywood, en el jet set de la industria mundial o en la alta política de los países del primer mundo, se lanzan al despeñadero de los gastos que no pueden luego invisibilizar, porque contrastan con su enclenque e histórica renta presuntiva.
Eso de ser rico nuevo no les gusta a muchos, y hay quienes pagan para investigar los antecedentes de nuevos aspirantes “al club de millonarios”. Les interesa saber quién es el rey Midas, quién es el padrino. Los profesionales graduados en diversas especialidades administrativas y económicas propietarios de pequeños negocios, luego de subsistir por casi dos décadas manejando su stress con tafil y pagando los préstamos bancarios como ping pong, (hoy la luz, mañana los intereses, después el colegio de los hijos) ya no se halan el cabello preguntándose cómo es que otros negocios florecen de manera espectacular, construyen edificios, compran vehículos de lujo y viajan por el mundo de vacaciones, ahora ellos entienden que en un mercado pobre pueden ocurrir “extraños loteriazos”.
Y en vez de esconder las plumas, “los nuevos”, hablan mucho más de su éxito públicamente, “de sus enormes esfuerzos de negocios” exhibiendo zapatos Stefano Bemer, Aubercy o Louis Vuitton, ya que el ojo común no diferencia entre un par de zapatos de Masaya o una marca solo para millonarios, por lo que se necesita presentarlos. Caminamos en un país de pobres con una economía que crece con exclusividad, donde la bendición del diablo atrapa y solo sorprende al estar frente a las mismas puertas del sistema penitenciario.
El autor es escritor.
fbescritor@gmail.com
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Lectura de los tiempos

Lectura de los tiempos

Las aves migratorias se marchan cuando se acercan tiempos malos. Inician vuelo escapando cuando detectan un peligro que se avecina y que puede afectarlas.
08/05/2017
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Las aves migratorias se marchan cuando se acercan tiempos malos. Inician vuelo escapando por su vida cuando logran detectar un peligro que se avecina y que puede afectarlas. No así, las aves residentes, que parecen enamoradas de su ecosistema, y esperan que las causas que ahuyentan a las otras, no podrán con ellas. Así pasa, a veces con los que gobiernan, no saben interpretar los malos tiempos, o simplemente se programan para resistir creyendo que podrán, hasta que el fin llega y ya no hay forma de cambiarlo.
“Recordar para detener el tiempo”, dijo Jaroslav Seifert (Premio Nobel de Literatura 1984).
Quizás debió agregar: detenerlo, pero como maestro. Porque los errores de tiempos pasados son la mejor lección para no equivocarnos; o para hacerlo conscientemente, disfrutando desaciertos mientras el tiempo alarga la fiesta, que tarde o temprano acabará. Los tiempos guardan códigos que enseñan cuándo soltar, cuándo abandonar, cuándo liberarse. El yugo del poder es el más difícil de soltar, y más, rodeado de un muy dispuesto conventículo en el eterno boato,  proclamando “vida para que fuera eterna”.
¿Por qué mientras la sociedad está clara y decidida a jugar su protagonismo en la historia, para ejecutar el divorcio con el gobernante al que permitió dirigir los asuntos de la nación, este insiste en nadar contra la corriente? Perder el norte, es humano, nadie está exento de cometer un error, pero vivir en la ceguera voluntaria es decisión personal. En esta situación, todo crítico es un conspirador; hechos fortuitos se elevan al cálculo de “atentados” con que se nutre la paranoia y la psicosis de persecución. Un apagón es un alerta de boicot político; una prédica contextualizada de un pasaje bíblico, o una homilía, puede enfocar las baterías de seguridad de un régimen hacia un pastor o un presbítero que lanzó un mensaje “subliminal” contra el gobierno.
Cuando ya la enfermedad está comiendo un cuerpo cargado de estrés y los riesgos de continuar al frente de un país implican insomnio, miedo nocturno, riesgos de accidente cerebrovascular, cáncer, exilio o prisión perpetua ¿vale la pena? Muchos llevan ese Santo Tomás obstinado: “Hasta que meta mi mano…” y el difunto general Pinochet repitiendo hasta la saciedad: “Soy el general de los pobres”. Mentiras y mentiras tomando cuerpo de verdades personales, cuando la mente no quiere salir del nefando sueño del poder sin límites.
Es urgente entender los tiempos. Evitar la confusión de las aves residentes frente a la tormenta que se avecina, los que en vez de escapar vuelan directo hacia el ojo que los destruirá. Igual que el venado que creyéndose libre de su cazador se lanza a un pantano que lo engulle. La mente necia hace creer que el delito es el mejor negocio, el de mejores y más rápidos dividendos; que la estafa es una profesión de inteligentes, que la política no tiene límites, que es un juego que todo permite, y que el poder es eterno.
El poderoso triunviro Marco Licinio Craso, también gobernador de la provincia de Siria, en la antigua Roma tuvo una enorme falla táctica buscando gloria de “general”, y no supo leer el tiempo que le era desfavorable. Su ambición le costó la vida al ser capturado por el enemigo obligándolo a tragar oro fundido. “Craso error” es el temerario legado de insistir en causas perdidas. ¡Misericordia, misericordia! es el clamor después, cuando ya la sordera es el virus de los gobernados, que como el profeta hebreo Ezequiel gritan sin cesar: “Ya se acerca el fin, ya está cerca el fin para ti”.
El autor es escritor.
fbescritor@gmail.com

viernes, 28 de octubre de 2016

Comandante Misterio, a lo Buñuel
(minicuentos, literatura para muy ocupados)
por Franklin Bordas Lowery
¿Has conocido de cerca un comandante?…un sujeto sigiloso rodeado de un velo de misterio impenetrable. Vino del frente Sur dicen algunos, otros del frente norte, es mencionado también en el frente urbano - aunque con algunas reservas-, otros aducen haberlo visto como miembro de una columna guerrillera en el río Coco. Aunque lo más aproximado que se conoce, es que combatió en el norte, infiltrándose en las tropas enemigas, con un seudónimo que por seguridad, solo el jefe manejaba, y al que ya nada podría preguntársele, por no pertenecer éste, al reino de los vivos.
Como mudos testigos de sus azarosas escaramuzas, el comandante respalda su trayectoria, con monumentales cuadros del general Sandino y Carlos Fonseca tras su escritorio. En el respaldar de su hermosa silla ejecutiva, exhibe una vistosa chaqueta color camuflaje, que de inmediato lo identifica como importante militar, que sumado a su seriedad y porte de mando, no admite dudas.
Con el tiempo los armadores de historias, le han atribuido derribamientos de helicópteros, y otras grandes proezas militares que él ha ido recogiendo para perpetuarlas en su libro de experiencias bélicas. Este tío es un genio!, Cuentan que hasta fue profesor en la escuela de cuadros de la seguridad del estado. -Y tú me dices ahora, después de veintitrés años, cuando ya todo mundo acepta que hasta botó helicópteros con un fal en la mano, que este hombre pasó la guerra encerrado en un baño de Bello Horizonte?…
Nota : cualquier semejanza con hechos de la vida real, es tremenda coincidencia.

domingo, 17 de julio de 2016

Que muerte?
Un microsegundo de sueño que ni siquiera sentimos.
El paso a un despertar verdadero.
El tránsito del agudo sentido de la carne
al indoloro espiritu.
Un rayo que cae y una luz que se abre
¿Por qué esa guadaña oh muerte si ya he tocado
tu desnudez?

martes, 21 de junio de 2016

Venezuela: ¡Venga a nosotros tu reino!

Franklin Bordas   20/06/2016

Venezuela: ¡Venga a nosotros tu reino!


¡Venga a nosotros tu reino!, es el clamor venezolano pidiendo al cielo un cambio de rumbo para ese barco a la deriva, cuyo capitán no puede apartar ya de olas encrespadas y aguas violentas. Un navío cuyo combustible termina, y una tripulación exangüe que ha perdido el norte pero que no quiere aceptarlo, aún con amenazas de que todos sus ocupantes decidan lanzarlos fuera de borda.

Nicolás Maduro, un extraño católico romano de origen judío sefardita, actual presidente encargado de Venezuela por el dedo del extinto comandante Chávez, ha corrido detrás de cada sonido del viento buscando un mensaje más sabio que el de todos sus fallidos asesores, incluso, buscando respaldo sobrenatural como devoto del oscuro santo hindú Sai Baba —un combo de milagros y leyendas—, cuyo fondo ha sido, según investigaciones, más mercadeo y fraude que otra cosa.

Es cierto que el amor es tolerante, pero el hambre no, y allí el presidente Maduro y sus discípulos han fallado. A “Verde”, como fue el nombre clandestino que le puso Chávez, ya parece no quedarle salidas en este laberinto político y económico que ha ido construyendo, donde su mayor pecado aparte del cúmulo de decisiones erráticas muy cuestionadas por sus gobernados, ha sido el acelerado crecimiento de la pobreza que ya en el 2014 —según investigaciones de tres prestigiosas universidades del país (UCV, USB y UCAB)— el 11.3 por ciento de la población estaba haciendo una o dos comidas al día. La inflación, según cifras del Banco Central de Venezuela, en el 2015 fue de 180 por ciento, y en el presente está a 200 por ciento, dice la oposición citando cifras también del Banco Central. Esto es una fatalidad para cualquier gobierno en cualquier parte del mundo.

¡Que alegre es tener el poder para decidir a quién confiscar, a quién expropiar y a quién encarcelar! Decidir quién debe hablar y quién no. Qué leyes me deben firmar para lo que quiero hacer, qué respaldo internacional debo comprar para que me alaben, qué instituciones debo contentar para que me protejan. Y en ese submundo movedizo y artificial del apoyo comprado con divisas, en que se deja a un lado lo importante —que son los gobernados— el hambre y la salud emergen como dos espíritus rebeldes e incontrolables, que llegado el momento cobrarán con creces el haberlos despertado.

Hay momentos de la vida de los pueblos que ya las estrategias políticas no funcionan. Que ya no hay mentiras o medias verdades que ofrecer, que ya no hay noticias con que entretener, que todo es más claro que la misma luz. Si el petróleo ya no resuelve, y los demás recursos son tan escasos que no dan para solventar la aguda crisis económica del país, es más que el tiempo para decir adiós al gobierno. El presidente Maduro premiado en Nicaragua con la “Orden Augusto César Sandino en gran Batalla de San Jacinto”, debe librar la última y más difícil batalla en medio de miríadas de aduladores y socios obstinados con el poder, decir: “Hasta aquí panas”.


¿Por qué gobernantes ya inexorablemente caídos delante del pueblo no escuchan? ¿No se sabe desde siempre, que la voz del pueblo clamando justicia es la voz de Dios? Pero el poder sordo y la razón su esclava, pierden el tino aún frente al despeñadero. Así Gadafi —rey de reyes— mirando el cielo en Sirte se repetía ¿qué mal he hecho? ¿Qué mal he hecho? —Venga tu reino— claman todos en la tierra de Bolívar y más allá, y el reino viene para unos y el infierno para otros.

El autor es escritor.
fbescritor@gmail.com